Lara Díez Quintanilla rinde un homenaje a su Mary, la matriochea que contiene las mujeres de su vida y despliega un monólogo divertidísimo ya la vez muy tierno donde se reconocen nuestras abuelas, limpias, madres y segundas madres y una determinada época, nacidas sobre los años 30, que han nutrido nuestras raíces, lenguaje, valores y decisiones.
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