Como todo el mundo sabe, un texto dramático se escribe para ser representado. Un texto literario no. Pero cuando eso ocurre de todos modos, como en el caso de “Rabia”, es necesario mucho más que poner el cuerpo en escena. Claudio Tolcachir convierte el suyo en un campo de batalla donde resuelve cualquier discusión sobre estas dos disciplinas, tan afines y distintas a la vez.
Es un trabajo de alquimista: en su doble rol de actor y director, esto último junto a Lautaro Perotti, transforma una materia de otra naturaleza -la literatura- en arte dramático, y establece una conexión hipnótica y amorosa con el espectador. Esto es lo que hacen los grandes. La dirección de escena, el sonido, la iluminación, la escenografía, todas las áreas en juego revelan maestría. “Rabia” es una obra de teatro sencillamente maravillosa.
Sergio Bizzio
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